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La Granada, una de las frutas más apreciadas desde la antigüedad

Cuando llega  el otoño a Europa es posible degustar una de las frutas más apreciadas desde la antigüedad. Símbolo del amor y la fecundidad para los antiguos romanos, el fruto del granado es algo más que una atractiva fruta y nos sorprende por sus propiedades nutricionales y terapéuticas. El fruto del granado. La granada es el fruto del granado (Punica granatum L.), árbol de la familia de las Punicáceas de unos 3 a 6 metros de altura, corteza rojiza y hojas lanceoladas, con flores de llamativo aspecto, grandes y de color rojo, la granada.

El granado es un árbol muy decorativo que no requiere especiales cuidados por lo que es frecuente encontrarlo en huertas y jardines mediterráneos.

Florece en mayo y junio y aunque se empieza a cosechar a finales de septiembre, su mejor momento es bien entrado el otoño cuando su fruto está ya plenamente maduro.

Su fruto, la granada, es una baya grande de aspecto globoso, muy singular. Su piel brillante y gruesa, de tonalidades amarillas, verdosas y rojizas, alberga en su interior multitud de semillas envueltas en una pulpa comestible rosada.

Estos granos rebosantes de zumo están adheridos a unas membranas amarillas que, a modo de tabiques, las protegen y dividen el fruto en gajos.

Las granadas procedentes de árboles cultivados tienen granos repletos de zumo, muy dulces y tiernos, mientras que las de los granados silvestres son pequeñas, de granos con poco zumo, mucho grano duro y sabor un tanto amargo. Una fruta con historia.

La granada procede de la Antigua Persia (actualmente Irán) y ya era conocida varios siglos antes de Cristo por las antiguas civilizaciones.

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Los egipcios la utilizaban como fruta, medicina e incluso para curtir y teñir cueros de amarillo.

Para el pueblo judío, la granada era símbolo de la concordia y aparece mencionada varias veces en la Biblia.

Igualmente era apreciada por griegos y romanos y ocupaba un lugar destacado en la mitología griega y en la gastronomía y cultura de ambos pueblos, siendo considerada por los romanos, símbolo del amor y la fecundidad.

Pero, sin lugar a dudas, fueron los árabes quienes más difundieron su cultivo y supieron apreciar sus virtudes gastronómicas y medicinales. Ellos fueron quienes introdujeron la granada en España y era tal la fascinación que sentían por ella que pusieron su nombre a una ciudad del antiguo reino andalusí, la ciudad de Granada.

Desde entonces esta singular fruta es utilizada como emblema y símbolo de la ciudad y aparece representada como tal en su escudo.

Después del descubrimiento de América fue llevada por los españoles hasta aquellas tierras y actualmente se cultiva con éxito en los países cálidos bañados por el Pacífico, desde California hasta Chile.

Baja en calorías, rica en vitaminas y minerales

La granada contiene mayoritariamente agua e hidratos de carbono en forma de azúcares.

Además, proporciona una pequeña cantidad de proteínas y prácticamente nada de grasa, de ahí su bajo aporte calórico (unas 65 Kcal /100 g).

Es especialmente rica en vitamina C, E, y del grupo B, especialmente B1, B2 y niacina, y no contiene vitamina A.

La granada aporta también cantidades considerables de potasio, manganeso y fósforo, además de contener hierro y cobre.

A su riqueza nutricional se une su riqueza en otros componentes, no nutricionales, como son los ácidos cítrico y málico, taninos, flavonoides, entre otros, que ejercen saludables efectos sobre el organismo. Una fruta muy saludable.

La granada tiene fama de afrodisíaca, no en vano era habitual verla cultivada en los templos griegos dedicados a Afrodita.

Quizá la razón de semejante virtud radique en su alto contenido en manganeso, constituyente de enzimas y de hormonas sexuales.

Lo cierto es que la granada es un auténtico tesoro de salud en la despensa. Todos sus componentes, tanto nutricionales como no nutricionales, le otorgan una serie de propiedades saludables para el organismo que se describen brevemente a continuación.

GRANADAS

a) Diurética y depurativa. Gracias a su elevado contenido en agua y potasio y su escasez en sodio, la granada facilita la eliminación de líquidos a través de los riñones. Por esta razón es recomendable en caso de padecer gota, exceso de ácido úrico, obesidad e hipertensión.

b) Antioxidante. Debido a su contenido en antocianinas (pigmentos de color rojizo o azulado pertenecientes al grupo de los flavonoides) y vitaminas C y E, frena los procesos de envejecimiento y la aparición de enfermedades degenerativas.

c) Astringente y antiinflamatorio sobre el tracto digestivo. La granada está indicada en caso de diarreas infecciosas (gastroenteritis, colitis) y en caso de flatulencia y cólicos intestinales.

d) Antiparasitario o antihelmíntica, esto es, frente a parásitos intestinales como tenia o solitaria. El responsable de esta acción es un alcaloide, la pelletierina, que se encuentra sobre todo en la corteza de la raíz del árbol.

La piel de la granada o las membranas internas del fruto también contienen este alcaloide, pero no los granos.

e) Tónico cardiaco, por su riqueza en flavonoides y vitaminas antioxidantes (C y E), que previenen la arteriosclerosis.

f) Antianémica. La granada mejora la anemia debida a la falta de hierro. Su riqueza en vitamina C y su aporte de cobre facilita la absorción del hierro de la dieta.

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